El malagueño regresa a los anaqueles de novedades con ‘La transmigración’, una fantasía en torno a la posibilidad de que la mente humana cambie de cuerpo
La literatura fantástica triunfa y se renueva hablando de feminismo o lucha de clases
Entre líderes inverosímiles, pandemias y apagones absolutos, la realidad se lo está poniendo últimamente difícil a los autores de literatura fantástica. Juan Jacinto Muñoz Rengel (Málaga, 1974), uno de los máximos exponentes del género en España, se sonríe ante ese listón cada vez más elevado, pero le resta importancia. Recién publicada su última novela, ‘La transmigración’ (AdN), admite que cada vez tiene más la sensación de que, cuando hace ficción y fantástico, “en el fondo” hace realismo… Sin haberse movido del sitio. “Pero siempre he usado el recurso fantástico para hablar de la realidad. Yo no hago evasión. Uso la distorsión de los hechos, los tratamientos insólitos, para hablar de lo que somos desde otra perspectiva. Pero sí, hay una continuidad entre lo anómalo y lo que está sucediendo, y eso lo hace todo más interesante”, señala.
En esta nueva obra coral, una serie de personajes aparecen de improviso en un cuerpo ajeno. “La idea la tuve hace tiempo, un intercambio de mentes o de cuerpos como fenómeno instantáneo e inexplicable”, recuerda. “Sin embargo, estaba esperando el momento adecuado para escribirla, porque quería dejarme la piel en ella, darle un tratamiento técnico hiperrealista que nos acercara a esas personas y nos hiciera empatizar con ellas”.
“Quería hacerlo con todos los recursos necesarios, y que lo único extraño fuera eso, ese intercambio inopinado de los cuerpos”, prosigue Muñoz Rengel. “Que cualquier lector llegara a convencerse de que eso podría suceder, es decir, llevar la necesaria suspensión de la incredulidad un poco más lejos. Y que se preguntaran: ‘Si esto me sucediera a mí, ¿qué pasaría?’ Porque al principio de la novela, el personaje no sabe dónde están, en qué parte de la ciudad o en qué ciudad, y decide ir a la casa cuyas llaves tiene en el bolsillo del abrigo, al lugar donde lo pueden reconocer. Se trataba de tomárselo en serio desde el principio”.
Identidades fragmentadas
En este punto, el escritor cree conveniente hacer una distinción entre géneros: el fantástico no es la ciencia-ficción o la literatura de anticipación, que se inspira en avances tecnológicos para desarrollar sus ficciones, ya sea la computación cuántica, la medicina regenerativa o genética, la Inteligencia Artificial… “Esto es otra cosa. Aquí no se le da ninguna explicación al lector, como en la serie ‘The leftovers,’ en la que un 10 por ciento de la población mundial se esfuma de la noche a la mañana, o en el ‘Ensayo sobre la ceguera’ de Saramago. No nos apoyamos en lo tecnológico, nos movemos en otro terreno”.