Durante unas horas, el gran apagón que dejó a España y Portugal a oscuras también devolvió a ambos países al siglo pasado. Sin redes a las que conectarse, las telecomunicaciones quedaron suspendidas e Internet se evaporó. Los teléfonos móviles a los que estamos enganchados pasaron a ser un objeto fútil, sin más utilidad que retratar la anomalía de un día que expuso nuestra drástica dependencia de todo lo que se alimenta del suministro eléctrico.
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