José Gil Elena, fundador y director de Hispamaroc, analiza los cambios en el sector de la logística: «No tiene nada que ver con hace veinte años», insiste en esta entrevista. Emprendió el proyecto entrado en los 40 años y ahora prepara el traslado de poderes a su hijo, Rafael Gil, tras superar los 40 millones de facturación.
A José Gil le dan miedo los camiones. «El otro día me subí y dije: no sé como podéis manejar esto», bromea el fundador y director de Hispamaroc mientras pasea por el parking anexo a las oficinas de esta malagueña.
«Trabajamos 365 días al año. Sábados y domingos probablemente sean cuando más porque tenemos en puestos fronterizos cerca de un centenar de camiones»
Allí aguardan medio centenar de vehículos llamados a una nueva ruta. «Arrancamos con cuatro camiones alquilados en 1994», recuerda. Hoy, la flota de este camionero al borde de la jubilación supera los 400 vehículos. «Mi primer reto era tener 25, luego comencé a soñar en grande».
El dulce insomnio empezó de la mano de la industria textil, cuando la logística alemana, inglesa y holandesa reinaban en el sector. «Vi nicho porque había mucha demanda y quería ofrecer agilidad y rapidez a las empresas españolas, así nos convertimos en la pionera del país», recuerda. Esta línea de negocio todavía la mantiene y se ha completado desde hace quince años con la cobertura en el sector hortofrutícola.
«Crecimos muchísimo en esta área durante la pandemia: había que suministrar a todos los mercados de Europa», reconoce Gil, quien, a pesar de la crisis económica durante la crisis sanitaria, afirma que Hispamaroc aumentó su facturación «e incluso comenzamos a contratar tras el covid».
En datos, la firma malagueña supera los 40 millones de euros de negocio anual, que ha aumentado un 28% con respecto al año de referencia antes de la irrupción del coronavirus. Esta estadística le permite superar los 350 empleados repartidos por Europa y África.
Países Bajos, Inglaterra, Italia, Senegal o incluso Mali son algunos de los países por los que ruedan los trailers de Hispamaroc. «Tenemos una central en Tánger con personal propio, no dependemos de terceros», puntualiza. Desde la central malagueña, también cuenta con sedes en Algeciras, Oporto y Lisboa.
«Todos los vehículos van muy acondicionados tanto con gps como de detectores, ten en cuenta que pasamos también países muy complicados y velamos para que la mercancía y el personal lleguen como hay que llegar», subraya Gil, quien, a pesar de los buenos datos durante la pandemia, confiesa que tuvo que adaptarse a la situación.
«También nos basamos en la entrega de mercancía a destino de clientes de Amazon o Aliexpress«, comenta. Esta línea se ha convertido en «una de las pequeñas patas dentro de los retornos de Europa a España», es decir, al aprovechamiento del viaje de vuelta. En este sentido, el fundador de Hispamaroc explica que tradicionalmente España no ha sido importadora de productos y que el incremento del comercio electrónico ha hecho que la balanza de comercio exterior comience a equilibrarse.
Mismo fenónomeno está comenzando a producirse en la oferta y demanda de vehículos. «Ahora nos están entregando los primeros después de un año y medio esperando», confirma en relación a la crisis de stock de semiconductores que paralizó el sector de la automoción en general.
En concreto, Hispamaroc renueva su flota cada cinco o seis años, cuando sus camiones han alcanzado la órbita de los 800.000 kilómetros. Se trata de una cuestión de calidad, pero también medioambiental: «Certificamos a nuestros clientes que usamos la energía más limpia posible».
En este sentido, defiende la optimización del diésel: «La contaminación de los vehículos industriales de motores Euro 6 es prácticamente 0», afirma a la par que se muestra poco optimista en la electrificación de transporte de gran kilometraje y peso: «De momento, no hay alternativa».
Donde José Gil sí se muestra especialmente esperanzado es en la nueva legislación que está por aprobarse: la que permitirá rodar a los duotrailers por España. De momento, la ley española, a pesar de que países vecinos como Portugal o Países Bajos ya lo usan con regularidad, solo permite el uso de 5 vehículos de este tipo por empresa. «Se trata de dos remolques ordinarios enganchados que aumentarían la carga a 70 toneladas y aumentaría la dimensión hasta los 32 metros aproximadamente», explica Gil. «La confianza es que debe salir porque no solo va a ayudar mucho a la mano de obra por la carencia de conductores, sino también por la impresionante carga de C02 que quitas», argumenta.
El futuro de Hispamaroc pasa por la transformación tecnológica y medioambiental. «Las empresas de transporte somos las primeras que debemos estar en esto», comenta Rafael Gil, hijo del fundador y también presente durante la entrevista. Su figura supone el traslado natural de poderes de la firma, que aspira a seguir estando a la vanguardia de los avances. «La clave está en estar por delante de lo que nos viene», repite Rafael. Lo que le viene a Hispamaroc es seguir la diversificación su negocio hacia la vía ferroviaria o marítima. E incluso seguir trabajando su línea de aduana y tránsito de operativas o patrimonial e inmobiliaria. ¿El nombre? «Estamos trabajando en familiarizar ‘Grupo HTM’, que abarca todos los servicios». Incluido el de transportista: Hispamaroc.
A pesar de ser un sector muy tradicional, ¿qué perfiles nuevos hay?
Es que hoy ya no se pregunta si tienes carné o no, se da por hecho, el problema es qué conductores se han adecuado a las nuevas tecnologías. La conducción es semiautomática a partir de 20km., pero debe conocer y tener habilidad con las herramientas digitales.
¿la inteligencia artificial también pone en juego el empleo aquí?
El componente humano no se pierde. Tenemos la tecnología para estar a la vanguardia, pero al final siempre hay una persona que hace que esos datos estén organizados y tenga un valor.
¿cómo es el futuro de hispamaroc?
Queremos seguir creciendo, innovando y estando a lo último que es lo que hemos venido haciendo. La clave está en estar por delante de lo que nos viene. El sector cambia mucho: no usamos las mismas armas que hace diez años, pero las de ahora tampoco las usaremos en una década. Habrá nuevos tacógrafos, nuevas políticas medioambientales…
Relevo generacional: «Ya está todo programado»
José Gil (Málaga, 1958) mira a su hijo Rafael Gil cuando se le pregunta por el futuro de la empresa. «Eso lo tienes que decir tú, yo no soy el futuro», bromea. «Es el salto natural, ya se está programando todo eso», confirma a Vida Económica, mientras que su hijo sonríe y reconoce haber nacido entre camiones. «El pensamiento es implementar la vía ferroviaria, potenciar la marítima y, en general, ver otras vías de transporte de mercancías con el fin de optimizar los recursos energéticos», adelanta Rafael, que no se despega del teléfono durante la conversación. «Esta es la trastienda del negocio: no puedes parar», reconoce.
Hispamaroc, una base de datos
En el corazón de Hispamaroc conviven empleados que se encargan de optimizar los recursos que circulan por las carreteras europeas y africanas. Sobre varios monitores, se observa en tiempo real donde está qué mercancía concreta. «Tenemos programas para ir controlando y calculando los horarios con exactitud», afirma el director de Hispamaroc.
No obstante, la base de datos de esta industria malagueña alberga más información. Los camiones dedicados al sector alimentario están dotados de sensores climatológicos. «El cliente sabe a qué temperatura se cargó el producto, a qué temperatura ha viajado o la humedad para calcular incluso el nivel de deterioro cuando llega a destino», explica.
La transformación digital, asegura, es una política implantada desde principios de siglo. «Desde el principio estamos en este proceso, cuando llegó la revolución digital no tuvimos que hacer cambios, ya los teníamos», sentencia.
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